martes, 6 de diciembre de 2011

El propósito del aceite ...

Max Lucado cuenta la historia del cuidador de un faro que recibía aceite una vez al mes, para mantener la llama ardiendo. Una vecina le pidió aceite para calentar su casa, un padre necesitaba aceite para su lámpara y alguien mas necesitó aceite para lubricar una rueda, el cuidador accedió al pedido de todos, porque todos eran pedidos justificados y causas nobles. 



Cerca de fin de mes, el faro se apagó por falta de aceite y varios barcos encallaron en los acantilados. Sus jefes lo despidieron de inmediato diciéndole: “Se te dio el aceite por una sola razón: queríamos que mantengas el faro ardiendo”

Todos los líderes tenemos un llamado de Dios, eso es indiscutible. Pero el gran secreto para ser efectivos a ese llamado es descubrir para qué se nos dio el aceite.


No podemos suplir las necesidades de todo el mundo. No podemos complacer a todo el mundo. Y cuando lo intentamos, se nos acaba el aceite y terminamos estresados, quemados, extenuados y con ganas de abandonarlo todo. Una de las principales causas del agotamiento ministerial es justamente la carencia de enfoque, el querer hacerlo todo, transformándonos en “aprendices de todo y maestros de nada”. Los líderes que han padecido del síndrome mesiánico han colapsado antes de cumplir con su misión.


No nos podemos dejar influenciar por las teologías de moda, o por las corrientes ministeriales que surgen a diario. Necesitamos tener una vida de liderazgo con estrategia, con una prioridad definida y enfocada. No podemos ser líderes erráticos o tener corazones distraídos como si sufriéramos de hipo espiritual, saltando de un sitio a otro. Necesitamos definir para qué fuimos llamados y qué ministerio queremos construir...






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