miércoles, 19 de octubre de 2011

Dios me ve ...



Existen grupos de asesoramiento de marketing personal que aconsejan qué se debe hacer para lograr que los demás nos vean como deseamos ser vistos. Incluso hay estrategias que nos pueden ayudar a que nuestro interlocutor perciba en nosotros lo interesantes y beneficiosos que podemos llegar a ser.

Es oportuno decir que, si bien dichas estrategias pueden ser útiles en determinadas situaciones, no siempre resultan efectivas ni contundentes a la hora de lograr el fin deseado. De esto saben aquellas personas cualificadas que, luego de golpear diversas puertas en busca de un trabajo, reciben la negativa de parte de las empresas en las cuales se habían presentado como aspirantes.

El no haber sido tomado en cuenta, el no haber sido elegido, o ni siquiera considerado, puede provocar frustración y desazón. La idea de que nadie nos vea ni nos considere puede llegar a ser, en algunos casos, perjudicial para la valoración de sí mismo.

En la Biblia encontramos ejemplos de personas que, lejos de conocer estrategias de marketing personal, llegaron a lugares de privilegio tan solo por haber sido vistas por Dios. A continuación citaremos algunos casos:

José ( Génesis 37-50): Pese a ser vendido por sus hermanos, difamado por la mujer de Potifar y olvidado por el jefe de los coperos del faraón, José llegó a ser gobernador de Egipto, el lugar que Dios tenía preparado para él. El Señor estuvo con él en todo momento y ninguna circunstancia le fue ajena: “Pero aun en la cárcel el Señor estaba con él y no dejó de mostrarle su amor. Hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel, el cual puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía. Como el Señor estaba con José y hacía prosperar todo lo que hacía, el guardia de la cárcel no se preocupaba de nada…” (Génesis 39:20:23).

Ester (Ester 2): Esta joven mujer extranjera, que se ganaba la simpatía de todo el que la veía, llegó a ser la esposa del rey Asuero. “El rey se enamoró de Ester más que de todas las demás mujeres, y ella se ganó su aprobación y simpatía más que todas las otras…” (Ester 2: 17). Ella contaba con el favor de Dios.

Mardoqueo: “El judío Mardoqueo fue preeminente entre su pueblo y segundo en jerarquía después del rey Asuero. Alcanzó gran estima entre sus muchos compatriotas, porque procuraba el bien de su pueblo y promovía su bienestar” (Ester 10: 3).

Estas personas, así como también Rut y tantos otros, tenían algo en común: Dios estaba con ellos y Su mirada era una constante en sus vidas. Dios los había visto incluso cuando para los ojos de los demás parecían invisibles (cuando esperaban a la puerta del rey; cuando recogían las espigas que alguien dejaba caer; cuando experimentaban la orfandad o la viudez; cuando vivían resignados como extranjeros, cuando eran olvidados, etcétera). Es importante destacar que, aun en la adversidad, procuraron el bien de los demás, y sus corazones estaban centrados en el bienestar del prójimo. No se dejaron llevar por el orgullo, ni por el enojo; tampoco se quedaron lamentando su situación.

El Señor les dio a las personas de los ejemplos citados, determinados lugares de preeminencia, lo que no significa que Él tenga preparado los mismos lugares para todos sus hijos; pero sí tiene un espacio específico para cada uno en particular.

Si tal vez se ha cerrado una puerta que parecía tener todos los indicios y señales de que esa era la posibilidad para nosotros, no nos preocupemos, Dios lo vio. Si luego de una entrevista laboral, donde hemos podido demostrar con alto nivel profesional nuestra cualificación, hemos recibimos un rotundo “no”, no nos frustremos, Dios lo vio.
Él nos ve y hará que nos vean las personas indicadas, cuando sea el momento y el lugar oportuno, mientras tanto sigamos confiando, siendo fieles y fortaleciéndonos en su Palabra, pues Su mirada de amor está sobre nosotros.
“El Señor recorre con su mirada toda la tierra, y está listo para ayudar a quienes le son fieles” (2 Crónicas 16: 9).
“Nuestros caminos están a la vista del Señor…” (Proverbios 5:21).







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