martes, 6 de noviembre de 2012

DONDE HAY UNA MADRE DE RODILLAS, NUNCA HABRA UN HIJO FRACASADO...



Jeremías 31: 15-17 “Se oye un grito en Ramá, lamentos y amargo llanto. Es Raquel que llora por sus hijos y no quiere ser consolada; sus hijos ya no existen. Así dice el Señor: Reprime tu llanto, las lágrimas de tus ojos, pues tus obras tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo afirma el Señor. Se vislumbra esperanza e
n tu futuro: tus hijos volverán a su patria afirma el Señor.



Esta palabra la escuché de una hermosa mujer de Dios y se volvió para mí una valiosa herramienta en la batalla por el corazón de mis hijos. Hay oportunidades en que la angustia es tan grande, el dolor es tan tremendo en nuestro corazón, las circunstancias se tornan tan difíciles, pero el Señor nos dice, seca tus lágrimas porque hay salario para tu trabajo.

Como madres necesitamos más sabiduría y discernimiento que en otros tiempos. Satanás tiene muchas más invenciones malas y disfraces sutiles para usar contra nuestros hijos. Y sólo a través de oración diaria y diligente, podremos hacer frente a sus artimañas. Debo advertirte, si tus hijos no obedecen, y o se han desviado del camino correcto no debes predicarles. Sencillamente ora por ellos. No puedes obligarlos a entrar al Reino de Dios. Muchos jóvenes han dicho “Aun tengo un zumbido en mis oídos de los gritos de mi madre. La podía oír hasta el final de la cuadra.” No hay poder en levantar la voz, porque todo poder descansa en el Espíritu Santo.

Lamentaciones 2:19 nos da la clave: “Levántate y clama por las noches, cuando empiece la vigilancia nocturna. Deja correr el llanto de tu corazón como ofrenda derramada ante el Señor. Eleva tus manos a Dios en oración por la vida de tus hijos”

La pregunta ahora es ¿Eres un verdadero guardián de tu hogar? ¿Bañas a tus hijos diariamente en oración?
Si no lo has hecho este es el momento para tomar la firme decisión de tomar un tiempo diario para asegurar el cuidado y la protección de Dios sobre tus hijos a través de la oración. El hecho es, que el Cielo nos necesita. Hemos sido creadas por el Todopoderoso para dar a luz los avances sobre la tierra! Dios extraordinariamente nos ha diseñado con una habilidad latente para liberar la vida a través de nuestra intercesión.

Isaías 61: 8-9 En mi fidelidad Yo te compensaré y haré contigo un Pacto Eterno, tus descendientes serán conocidos entre las naciones, y tus vástagos entre los pueblos. Quienes los vean, reconocerán que ellos son descendencia bendecida del Señor.

Los hijos ungidos se dan a luz no en el vientre sino en las rodillas de las madres. Muchas veces no sabemos como hacerlo, así que les comparto estas declaraciones de la Palabra de Dios de la Profeta Mercedes de Aquino para bendecir las vidas de nuestros hijos.
DECLARACIONES PROFÉTICAS SOBRE MI DESCENDENCIA
Yo declaro salvación en mis hijos, que todos ellos están escritos en el libro de la vida. (Hechos 16:31)

Declaro que mis hijos e hijas han sido apartados para hacer avanzar el reino de Dios, cada uno de ellos tiene su parte en la batalla, porque pertenecen al ejército de Dios. (Joel 2:11)

Declaro que mis hijos e hijas son entendidos en los tiempos, que genéticamente fueron concebidos para ser una generación de fe que arrebata lo imposible. (Génesis 18:14)

Declaro que mis hijos están cubiertos con la sangre del Cordero que ningún cordel de destrucción vendrá sobre ellos. (Isaías 34: 11)

Declaro que mis hijos son invisibles a toda obra del mal. (Salmos 91:10)

Declaro que mis hijos varones serán librados del lazo de la mujer ajena, que huirán de ella con valentía. (Génesis 39:12)

Declaro que mis hijos e hijas anhelan hacer la voluntad de Dios, que caminan en obediencia, en contra de las corrientes de este mundo. (Mateo:26:42)

Declaro que mis hijos serán llamados ilustres, que no importa su origen sino su destino profético. (1 Crónicas 4:9 y 10)

Declaro que mis hijos darán su mejor ofrenda al Señor, lo mejor de sus vidas será para él, que sus dones los ofrecerán con gozo, que serán sembradores de todo lo que el Señor les dé y que por lo tanto recogerán cosecha continuamente. (Génesis 4:4)

Declaro que mis hijos son prósperos, que viven vidas plenas, completas, que sus necesidades son satisfechas, que es el Señor quien llena todos sus vacios. (3 Juan 2)

Declaro que mis hijos son llenos del Espíritu Santo que cada día viven en victoria, que tiene convicción de pecado, que huyen de la tentación. (Efesios 5:18)

Declaro que mis hijos desde el más pequeño al más grande no se apartaran del camino del Señor, que lo amarán de todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas. (Prov. 22:6)

Declaro que mis hijos caminan en integridad, que disciernen por el Espíritu lo que es verdadero, honesto, justo, puro, de buen nombre, lo virtuoso, que no aceptan cohecho, que no se enredan en ninguna situación de engaño. (Filipenses 4:8)

Declaro que mis hijos no conocerán la cárcel como disciplina para sus vidas porque el temor de Jehová esta en sus corazones. (Prov.1:1)

Declaro que el espíritu de mis hijos será despertado a dimensiones espirituales mayores, que recibirán revelaciones de parte de Dios, que serán gente de la presencia de Dios y que edificaran la casa de Dios. (Esdras 1:5)

Declaro que mis hijos e hijas no se unirán en yugo desigual con los incrédulos, que son hombres y mujeres de pacto que vivirán en santidad. (2 Corintios 6:14)

Yo declaro que mis hijos son justos, por lo tanto, entrarán a la puerta de Jehová (Salmos 118:20)

Yo declaro que mis hijos pertenecen al Señor, porque él los ha comprado, que ninguna cultura de muerte vendrá hacia a ellos. (1 Corintios 7:22-23)

Declaro que las manos de mis hijos son santas y que están ocupadas con llaves que abrirán todas las puertas que Dios tiene preparadas para ellos. (Mateo 16:19)

Declaro que mis hijos son testigos de manifestaciones gloriosas del Señor y que contarán a sus generaciones esas maravillosas obras. (Salmos 145:4).

Declaro que mis hijos son diligentes, que aprovechan bien el tiempo, que son trabajadores y que todo lo que hacen es prosperado. (Efesios 5:15-16)


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